ELLA(s)

10/11/2012

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Ya no podía más.  No estaba acostumbrada a pasear por montañas y subir puertos de 2.500 metros con la maleta. Mi trekking necesitaba un descanso. "Yo no quiero ir hasta Angrukk" le dije. Así que allí me quedé. 

Con ello/as. 

Y qué suerte la mía! Ella(s) me hechiza casi sin mirarme.

Mi intuición me asegura que de pequeña tenía una mirada pícara, y que a diferencia de otras niñas, sabía jugar muy bien a las cartas (sus cartas). Ahora ya es toda una mujer. Una mujer de su casa arquitectura champiñon. Una mujer con marido de 35 años, hijo de 6 años y una casa que cuidar. Una mujer hecha y derecha, como tiene que ser a sus ya 22 años. 



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- Oye, pero ella dónde está? 
- Ella, donde siempre. Se suele despertar a las 4.30 de la mañana y nos deja el desayuno preparado antes de ir allí arriba a buscar patatas dulces y verduras para nosotros. Llegará por la tarde! No te preocupes. 
- Vaya, y tu? Tu no vas? 
- Nosotros (ellos) nos quedamos aquí. Además hoy estoy muy ocupado cosiendo mi próximo adorno para la cabeza. 

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Mi nuevo amigo disfruta de una maravillosa vida contemplativa, habla con sus amigos, observamos las nubes. Nos pasamos la mañana comiendo pinans. Una especie de droga al estilo tabaco o alcohol, es decir, una de esas que esta aceptada por la sociedad pero que no deja de ser algo que te cambia un poco el estado. Es una especie de plantas naturales, a mi solo me da efecto de calorcito y algo de explosión de energía bastante momentanea. Eso sí, te deja la boca bien rojita! hahaha (qué cara de drácula!)

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Ella llega cargada, con más de 20 Kg en una bolsa que hacen con raices de los árboles y que se transporta con la cabeza. Parece cansada, pero siempre con una sonrisa en la boca, dispuesta a jugar a volleyball con la comunidad. Es una mujer muy fuerte. Cuchichea con sus amigas, tiene tiempo para cocinar, para ponerse guapa, para jugar como una guerrera y para mantener a toda su familia. Hará la cena para 8 personas sin que nadie le ayude en absoluto. 

Cuando su marido muera que morirá antes que ella, ella tendrá que cortarse un dedo, o cuando mueran sus padres, sus tios o algun ser querido. Pero la belleza en la mirada nadie se la puede cortar.

Para cuando vamos a abandonar la esclavitud? Sea en las montañas de Papua o en la cola del Mango para adquirir las ultimas botas con tacón. Deseo que algun dia realmente llegue un poco de equilibrio. Un poco.


Primera y tercera foto de mi compi de los calcetines, Miguel. Gracias!
Las chicas de las dos fotos últimas son del Couchsurfing: surfear en los sofas de la gente, cómo viajar de una forma muy muy responsable.
 
Y el viaje no podía tomar mejor color. Color Papuense. Papua, otro de esos nombres que puedes tatuarte en alguna parte del cuerpo he incluso crearía tendencia. Ir a esta frontera del planeta ha sido mejor que cualquier viaje cósmico, estelar o estratosférico. En Papua he estado acompañada por Miguel, un viajero mundis (toma concepto!) con una sed insaciable energetica de aventura, y con unas gigantes gafas transparentes que le permiten ver el mundo desde una perspectiva casi en peligro de extinción: positiva, colorida y llena de detalles. 

Pero para quitarle sentimentalismo al post, tengo que confesar que las relaciones que se crean cuando viajas solo/a con otro compañero/a es casi casi como la que tiene un mochilero/a con sus calcetines: día tras día te acompañan, les coges cariño, hasta que un día empiezan a caminar solos y entonces es cuando es el momento de hacerles un buen lavado, cambio de compañero/a... (es decir, llegó el cambio de calcetines). 

La intensidad papuense no es comparable a ningún otro lugar donde haya estado hasta ahora. ¿Cómo se puede estar en Asia y sentirse en el África subsahariana? Aquí los asiáticos tienen la piel negra, el pelo rizado estilo rastas, y en general, todos los rasgos característicos. ¿Por qué en esta zona del mundo son así? Que sepáis que queda abierta la posibilidad de hacer comentarios con teorías locas al respecto.

Durante estos días en Papua he basado mi existencia en la cara y en la cruz o en la noche y en el día, como se prefiera. He estado haciendo couchsurfing, y a la vez un trekking cañero de casi una semana por el Baliem Valley. Las chicas del couchsurfing han cocinado para nostoros, nos han dado amor, colchones, sonrisas, moto, calor, lavados de ropa, paciencia y duchas calientes. El trekking, camaradas, a pesar de que la comodidad pasó de 5 a ninguna estrella (sin ducha durante todos los días, durmiendo en el suelo, cogiendo alguna que otra chinche de cerdo, cruzar ríos y cascadas -sin botas de trekking- y perdernos por la montaña en casi plena noche) ha sido el mejor festival de los sentidos que haya visitado jamás. 

Mi tacto ha tocado barro (en las caídas), hojas adinosauriadas, plumas tribales colocadas en las cabezas de los locales.
Mi olfato se despertaba con olor a lluvia, qué fresca, qué buena, olor a hierba, a fuego dentro de las casas. 
Mis papilas gustativas degustaban cada día el mismo estilo de patata dulce hecha al fuego como si fuera la primera vez, acompañada de agua también con regustín a llama.
Mis oídos se han deleitado con los sonidos de insectos, pájaros, cantos tribales y sobretodo, la música de la fuerza del agua en las montañas, ya sea en forma de río, cascada o riachuelo. 

Y mi vista... comprobarlo vosotros mismos. 




No hay que saltarse el pequenyo detalle de la calabaza: se llama KOTEKA. Y asi van algunos mayores por las montanyas, jersey natural color piel, botas adaptadas al entorno y una calabaza especial que cubre el tema.
Asi son los pueblos que te vas cruzando durante el trekking
Esta foto se tomo al dia siguiente de la noche que nos perdimos en medio de una zona bastante selvática. Por suerte vimos a un señor que nos llevó a su aldea. Ellos tenían un Kantor (una casita oficina) que tuvieron que abrir reventando el candado con un hierro. Nos dijeron que eramos los primeros turistas en ir alli (y me lo creo). Despues de llegar asustados (al menos yo) y reventados, el pueblo entero, con algunas linternas se sentaron en el suelo con nosotros, alrededor mirandonos durante varias horas, y manteniendo conversaciones un poco de Epi y Blas. Qué bien me lo pasé!
Esta foto la saqué el día que me quede en una village porque no me apetecía seguir haciendo trekking. Y fue casi lo mejor de todo! Ver cómo viven de primera mano. Aquí estoy haciendo una pausa en el partido de volley. Que fuerza en la mirada, no? Las nubes de atrás pertenecen a la climatología constante.