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Vacaciones dentro de las vacaciones. Cuántas veces me habrá llegado a los oidos esta frase desde que volví hace una semana. Pero en realidad, yo no estaba de veraneo, mi viaje se convirtió en mi forma de vida. Una forma de vida quizás complicada de lo áltamente práctica que llegaba a ser (que incongruencia).

Por eso, llegados a este punto, sería extraño no hablar de mi mochila.  Por algunos comentarios de amigos, mi viaje más allá de la ya conocida "envidia sana", aporta mucha inspiración. La inspiración es buena, como primer punto de partida, pero la experiencia de otros viajeros es esencial. Y sobretodo a lo que equipaje se refiere.

Por suerte nunca he sido una chica con muchos zapatos, cremas, accesorios varios para los pelos y la vida diaria. Y eso ha jugado claramente a mi favor. He podido meterlo todo en una mochila de 37 litros. Una mochila que ha pesado entre 10 y 12 kgs, que incluso ha hecho alucinar a viajeros ya consolidados. Era perfecta, algunas veces demasiado petada, cosa que me ha hecho ir sacrificando cosas de forma periódica, pero que al final lo he ido agradeciendo, y que no he tenido que embarcar la mayoría de veces. De hecho, para los viajes en autobús ha sido mucho mejor!  A pesar de mi obsesión por el peso, durante el viaje no he podido reprimir coger y recoger libros que se iban cruzando conmigo en el camino.

Por suerte, hoy ya ha llegado el paquete con todos los libros que envié (en el trayecto de vuelta no cabía ni uno). De entre esos libros, está la Lonely Planet del Sudeste Asiático a partes y descuartizada. "Cómo pude romper un libro? Iré al infierno? Me van a quemar unos usuarios de biblioteca con gafas? No, tranquila, con la Lonely Planet eso no pasa, puedes descuartizarla sin complejos, ya no es la biblia del viajero".

Durante el viaje después de muchos meses, la relación que mantienes con tu maleta es muy especial (incluso cuando huele a aceite de comida xungo porque no sabes al lado de qué la han puesto en aquél autobús de 13 horas). Es como tu casa, me encantaba llegar a los sitios y abrirla y esparcirlo todo (dicen que es muy propio de las mujeres viajeras). Me gustaba poner todos los libros juntos como si me hubiera leido un "manual de cómo sentirte en una especie de hogar en 3 segundos". Me he pasado muchas horas haciendo y deshaciéndola, quizás demasiadas.

Bueno, para aquellos que ahora leen por curiosidad o porque están inspirándose, aquí empieza el estriptis!

Bolsa botiquín: medicación malaria (malarone) - no sé qué tendrán estas pastillas pero son super caras, por suerte, el mes que me fui era el último que estaban subvencionadas por la Seg. Social, a diferencia de casi todos los países europeos, ah, nunca las usé-, antibiótico de amplio espectro (amoxicilina), antidiarreico (fortasec), un termómetro (mejor digital, aunque sea caro), pastillas para potabilizar el agua, ibuprofeno, compuestos rehidratantes para diarreas (Sueroral), antihistamínico local- crema (Claral), colirio, crema para herpes, pastillas naturales para defecar (Fave de Fuca), y material de curas (esparadrapo, betadine, tiritas etc. este material aumentó bastante después del accidente, me dieron una gran bolsa de plástico en el hospital!)

En general, no he usado casi nada de lo que me llevé, básicamente las Fave de Fuca y la crema del herpes. Pero sí que me hubiera llevado un antibiótico en forma de crema (me lo compré por una picada en Papua que se me infectó y me salió bastante caro).

Bolsa de higiene: champú acondicionador (siempre buscada el 2 en 1 sinó me salían rastas), jabonera con pastilla para lavar la ropa y otro jabón natural para la cara, desodorante piedra de sal (hasta que lo perdí), espejito y pinzas.

Bolsa tecnológica: cable para cargar la cámara, ipod y cable para cargarlo, enchufe universal, pinzas y cuerda para tender la ropa de 12 mts (muy técnico) y linterna de cabeza con 4 pilas de recambio (gran adquisición por el camino, te deja las manos libres para seguir haciendo lo que quieras, la luz se va con frecuencia), mini costurero y dentro de éste muchos muchos imperdibles, para las personas torpes para coser es el gran invento!

Tecnología puntísima: adquirí en Tailandia una tablet Android, pesaba menos que un notebook y a su vez se puede usar como ebook (genial para los trayectos largos, sinó había muchas curvas). Cámara Nikon waterproof y schockproof (no tiene mucho zoom pero la he sumergido conmigo, tanto en las lluvias torrenciales como en las playas tropicales), ipod antiguo de 8GB (indispensable!), una targeta de 32GB que perdí en dos meses.

Rinhonera típica formato viaje para esconder: pasaporte, visa de crédito y de débito y 1000 dólares (para pagar visados, para ir por Birmania o Cambodia o por si me quedaba sin targetas, que pasó, vaya si pasó). Esta rinhonera fue escondida un par de semanas, luego la llevaba dentro de la maleta sin preocupaciones.

Ropa: pantalones largos (eran los de trekking o viajes en autobús/avión, vaya frio que hacía), pantalones muy cortos (para la playa), pantalones hasta las rodillas con bolsillos con cremallera (geniales, me servían tanto para largas caminatas como para entrar a lugares sagrados), camisa extravagante adquirida en el mercadillo de Bangkok de una tela que se seca en 3 segundos y no se arruga, tres camisetas (dos de tiras), dos sujetadores (perdí muchos, los lavas y te los dejas secando, no pienses mal!), 4 bragas,  4 pares de calcetines, calconcillos grandes de Lilo y Stitch que me hacían de pantalones para las piscinas de las aguas termales y de pijama, y camiseta de pijama del conejito de Alicia, un jersey y un chuvasquero.

Cosas sueltas: mosquitera, tapones para los oidos, antifaz, mochila pequeña, mini bolsa waterproof (donde metía la super tecnología punta), funda cubre mochila, cartilla de vacunas, permiso de conducir (no el internacional), 6 fotos de carnet para visados, toalla finísima, cantimplora, una libretita donde apuntaba todo lo que hacía cada día y los contactos de la gente que conocía y otra más grande para escribir o dibujar a mis anchas y un saco de dormir. Ah, lo mejor! una especie de tela grande que era la toalla de playa, a su vez fular de chica interesante, también tapa hombros para zonas recatadas, y sábana o almohada.

Productos de lujo que sólo he usado en ocasiones especiales: pendientes de aro que me regaló mi madre, un pañuelo de seda pequeñito para el cuello o la cabeza, un lápiz de ojos negro, incienso, cacao para los labios, un rotulador con punta de pluma china.

Calzado: chancletas con velcro con suela dura para caminatas y duchas, bambas planas de segunda mano de 2 euros con agujeros en la suela del mercado de Bangkok (comidísimas!! conmigo el 80% del tiempo) y bambas de trekking (supuestamente Waterproof).

Cosas que nunca usé: candados, imperdibles, almohadilla inflable para dormir, medicamentos (que me ha encantado ofrecer a otros viajeros, mosquitera (pero hay que llevarla).

¿Qué creo que es indispensable? Linterna de cabeza, antifaz y tapones (para dormir cerca de perros y gallos) , libros, los besos y abrazos de los tuyos, algo de medicinas (no hace falta ser un exagerado!), navajilla suiza, un buen jabón para la ropa (incluso la jabonera es muy útil!), tampones (que cuestan de encontrar!!), el trapo fular sábana, la funda de la mochila y la cantimplora (así no estás todo el día comprando plástico!).

Aunque en realidad, casi nada, todo lo puedes ir adquiriendo y perdiendo a la vez. Cualquier pregunta a su disposición!

PD. esta foto me encanta, hablando de maletas, así son las cintas del aeropuerto en Wamena, Papua.



 
Querida A.(utora),

me dirijo a ti para sumarme a esas voces de amigos, familiares y conocidos que te llegan durante este viaje para decirte que yo también te envidio mucho. Supongo que no es fácil romper con las estructuras que tan dulcemente te atrapan con candados, esposas y cárceles transparentes a las que día a día estamos acostumbrados. Me impresiona tu valor y decisión de salir con una maleta que pesa de 10 a 11 kg (dependiendo de los libros encontrados por el camino) con una brújula sin norte pero con marcador hacia "lo que el viento te sople". Me ayuda saber que este mundo todavía tiene lugar para personas soñadoras que no se dejan llevar por la dictadura del éxito profesional o el dinero acomulado. Me han contado que antes de partir regalaste, tiraste y reciclaste más de 30 bolsas grandes de basura llenas con "materiales" de tu vida. Me encantaría poder hacerlo un día, espero que no se me pase la vida por delante de los ojos sin cumplir alguno de mis grandes sueños. Te seguiré leyendo y acompañandote a mi manera allá donde estés. Gracias por compartir!
Atentamente,
A.



Querida A.,

no sé quién eres, pero me han gustado mucho tus palabras sinceras. Desde el inicio de mi periplo que gente como tu me han animado con estos mensajes (cosa que también ha hecho más fácil el exhibirme en internet, algo a lo que no estoy acostumbrada). Tampoco he sido tan fuerte, la fuerza sólo la he necesitado para concentrarme al dormir, porque muchas noches había vivido y sentido tanto que me costaba. Siento decirte que no es justo que me envidies o me admires tanto, porque, he vuelto. Ha sido una decisión al estilo corte de cabeza peli Kill Bill: limpia, rápida, técnica y casi indolora (casi). Me he sorprendido a mi misma tomando una decisión tan técnica y mental, despues de dejarme llevar durante meses por mi querido viento.

Desde hace tiempo que hay algo que entendí, la felicidad nunca la vamos a encontrar en el otro lado o en otra persona, sólo la encontraremos dentro de nosotros. Y por eso sé que mi felicidad no pasa por el sufrimiento de otros. Y me había encontrado que en ciertos momentos ya no podía disfrutar al 100 % del viaje porque algunas personas  lo estaban empezando a pasar mal por tenerme tan... lejos (aunque lo gracioso es que, aunque la distancia se acorte físicamente, sigue siendo la misma). "Pero es tu vida" sigue gritando el eco de aquella montaña.  Aquél día podía escuchar lo que la naturaleza me decía, aquél día deseé con toda fuerza que mi cuerpo fuera más grande porque sentía tanta felicidad dentro de mi que pensaba que iba a explotar.

Pero a pesar del tecnicismo de la decisión, quedan cosas muy buenas: momentos inolvidables (en unos días colgaré las fotos que más me gustan) y sobretodo, el qué pasará. Puedo adelantar que como cualquier decisión que tomo desde hace unos años es a muy corto plazo, que este viaje sólo ha sido un aperitivo y que a partir de enero tengo nuevos planes, me espera el mundo.

Ahora sólo quiero sentirme aquí, vivir el presente, sentir que existo y alegrarme sobre el simple hecho de existir. No juzgar, no criticar, respirar y meditar (sin dejar de lado la lista de los sueños, cumplidos y por cumplir).

En breve el recopilatorio de fotos!

Atentamente,
A.

ELLA(s)

10/11/2012

1 Comment

 
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Ya no podía más.  No estaba acostumbrada a pasear por montañas y subir puertos de 2.500 metros con la maleta. Mi trekking necesitaba un descanso. "Yo no quiero ir hasta Angrukk" le dije. Así que allí me quedé. 

Con ello/as. 

Y qué suerte la mía! Ella(s) me hechiza casi sin mirarme.

Mi intuición me asegura que de pequeña tenía una mirada pícara, y que a diferencia de otras niñas, sabía jugar muy bien a las cartas (sus cartas). Ahora ya es toda una mujer. Una mujer de su casa arquitectura champiñon. Una mujer con marido de 35 años, hijo de 6 años y una casa que cuidar. Una mujer hecha y derecha, como tiene que ser a sus ya 22 años. 



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- Oye, pero ella dónde está? 
- Ella, donde siempre. Se suele despertar a las 4.30 de la mañana y nos deja el desayuno preparado antes de ir allí arriba a buscar patatas dulces y verduras para nosotros. Llegará por la tarde! No te preocupes. 
- Vaya, y tu? Tu no vas? 
- Nosotros (ellos) nos quedamos aquí. Además hoy estoy muy ocupado cosiendo mi próximo adorno para la cabeza. 

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Mi nuevo amigo disfruta de una maravillosa vida contemplativa, habla con sus amigos, observamos las nubes. Nos pasamos la mañana comiendo pinans. Una especie de droga al estilo tabaco o alcohol, es decir, una de esas que esta aceptada por la sociedad pero que no deja de ser algo que te cambia un poco el estado. Es una especie de plantas naturales, a mi solo me da efecto de calorcito y algo de explosión de energía bastante momentanea. Eso sí, te deja la boca bien rojita! hahaha (qué cara de drácula!)

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Ella llega cargada, con más de 20 Kg en una bolsa que hacen con raices de los árboles y que se transporta con la cabeza. Parece cansada, pero siempre con una sonrisa en la boca, dispuesta a jugar a volleyball con la comunidad. Es una mujer muy fuerte. Cuchichea con sus amigas, tiene tiempo para cocinar, para ponerse guapa, para jugar como una guerrera y para mantener a toda su familia. Hará la cena para 8 personas sin que nadie le ayude en absoluto. 

Cuando su marido muera que morirá antes que ella, ella tendrá que cortarse un dedo, o cuando mueran sus padres, sus tios o algun ser querido. Pero la belleza en la mirada nadie se la puede cortar.

Para cuando vamos a abandonar la esclavitud? Sea en las montañas de Papua o en la cola del Mango para adquirir las ultimas botas con tacón. Deseo que algun dia realmente llegue un poco de equilibrio. Un poco.


Primera y tercera foto de mi compi de los calcetines, Miguel. Gracias!
Las chicas de las dos fotos últimas son del Couchsurfing: surfear en los sofas de la gente, cómo viajar de una forma muy muy responsable.
 
Y el viaje no podía tomar mejor color. Color Papuense. Papua, otro de esos nombres que puedes tatuarte en alguna parte del cuerpo he incluso crearía tendencia. Ir a esta frontera del planeta ha sido mejor que cualquier viaje cósmico, estelar o estratosférico. En Papua he estado acompañada por Miguel, un viajero mundis (toma concepto!) con una sed insaciable energetica de aventura, y con unas gigantes gafas transparentes que le permiten ver el mundo desde una perspectiva casi en peligro de extinción: positiva, colorida y llena de detalles. 

Pero para quitarle sentimentalismo al post, tengo que confesar que las relaciones que se crean cuando viajas solo/a con otro compañero/a es casi casi como la que tiene un mochilero/a con sus calcetines: día tras día te acompañan, les coges cariño, hasta que un día empiezan a caminar solos y entonces es cuando es el momento de hacerles un buen lavado, cambio de compañero/a... (es decir, llegó el cambio de calcetines). 

La intensidad papuense no es comparable a ningún otro lugar donde haya estado hasta ahora. ¿Cómo se puede estar en Asia y sentirse en el África subsahariana? Aquí los asiáticos tienen la piel negra, el pelo rizado estilo rastas, y en general, todos los rasgos característicos. ¿Por qué en esta zona del mundo son así? Que sepáis que queda abierta la posibilidad de hacer comentarios con teorías locas al respecto.

Durante estos días en Papua he basado mi existencia en la cara y en la cruz o en la noche y en el día, como se prefiera. He estado haciendo couchsurfing, y a la vez un trekking cañero de casi una semana por el Baliem Valley. Las chicas del couchsurfing han cocinado para nostoros, nos han dado amor, colchones, sonrisas, moto, calor, lavados de ropa, paciencia y duchas calientes. El trekking, camaradas, a pesar de que la comodidad pasó de 5 a ninguna estrella (sin ducha durante todos los días, durmiendo en el suelo, cogiendo alguna que otra chinche de cerdo, cruzar ríos y cascadas -sin botas de trekking- y perdernos por la montaña en casi plena noche) ha sido el mejor festival de los sentidos que haya visitado jamás. 

Mi tacto ha tocado barro (en las caídas), hojas adinosauriadas, plumas tribales colocadas en las cabezas de los locales.
Mi olfato se despertaba con olor a lluvia, qué fresca, qué buena, olor a hierba, a fuego dentro de las casas. 
Mis papilas gustativas degustaban cada día el mismo estilo de patata dulce hecha al fuego como si fuera la primera vez, acompañada de agua también con regustín a llama.
Mis oídos se han deleitado con los sonidos de insectos, pájaros, cantos tribales y sobretodo, la música de la fuerza del agua en las montañas, ya sea en forma de río, cascada o riachuelo. 

Y mi vista... comprobarlo vosotros mismos. 




No hay que saltarse el pequenyo detalle de la calabaza: se llama KOTEKA. Y asi van algunos mayores por las montanyas, jersey natural color piel, botas adaptadas al entorno y una calabaza especial que cubre el tema.
Asi son los pueblos que te vas cruzando durante el trekking
Esta foto se tomo al dia siguiente de la noche que nos perdimos en medio de una zona bastante selvática. Por suerte vimos a un señor que nos llevó a su aldea. Ellos tenían un Kantor (una casita oficina) que tuvieron que abrir reventando el candado con un hierro. Nos dijeron que eramos los primeros turistas en ir alli (y me lo creo). Despues de llegar asustados (al menos yo) y reventados, el pueblo entero, con algunas linternas se sentaron en el suelo con nosotros, alrededor mirandonos durante varias horas, y manteniendo conversaciones un poco de Epi y Blas. Qué bien me lo pasé!
Esta foto la saqué el día que me quede en una village porque no me apetecía seguir haciendo trekking. Y fue casi lo mejor de todo! Ver cómo viven de primera mano. Aquí estoy haciendo una pausa en el partido de volley. Que fuerza en la mirada, no? Las nubes de atrás pertenecen a la climatología constante.